España no escapa a estas estadísticas preocupantes. Según la Encuesta Nacional de Salud 2006, el 43% de los adultos (35 a 64 años) y el 48% de los mayores de 65 a 74 años tienen sobrepeso, y alrededor del 20% de las personas de esas edades tiene obesidad.
La obesidad es una enfermedad crónica que contribuye al desarrollo de enfermedades como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y el colesterol elevado (dislipemia); trastornos que pueden ocurrir aún en situaciones de aumentos de peso poco importantes, sobre todo si la localización del sobrepeso es abdominal. La obesidad incrementa los factores de riesgo cardiovasculares y se vincula también con el desarrollo de ciertos tipos de cáncer.
Especial trascendencia tienen estos últimos dos factores. En los últimos años, la industria alimentaria puso en circulación en el mercado productos de alto contenido energético (especialmente grasas). Los cambios en los hábitos alimentarios de la población y consumo cada vez mayor de este tipo de alimentos altamente energéticos son factores a tener muy en cuenta para explicar el aumento de la obesidad.
Otro de los factores que explica esta situación es la disminución en la práctica de actividad física. Es normal que, con el paso de los años, las personas mayores encuentren más dificultades para moverse y se cansen con más facilidad. Eso, que es algo esperable por el propio proceso de envejecimiento, en algunos casos hace que la persona mayor decida reducir progresivamente aquellas actividades que le demandan más energía y volcarse en otras más sedentarias, como pasar muchas horas frente al televisor. Y esa inactividad física, ese estarse quieto para no cansarse, no sólo es peligroso porque acelera el proceso de pérdida de autonomía sino porque, a la vez, hace que la energía que se ingiere en las comidas se vaya acumulando y provoca un aumento del peso corporal.
Para las personas que tienen sobrepeso u obesidad, "dieta" es la palabra más temida, porque viene acompañada por una serie de prohibiciones que, por lo general, son la causa del fracaso de los planes para controlar el peso. La clave para el éxito de estos planes es proponerse cambiar conductas poco a poco, para adoptar en el largo plazo los hábitos alimentarios más saludables. En todos los casos es fundamental contar con el asesoramiento y control de los profesionales sanitarios.