Aunque sean muy pequeños y empiecen a asomarse al mundo, los recién nacidos tienen sus estrategias de comunicación. El llanto es la principal, ya que por este medio manifiestan sus necesidades. Pero también, traen otras: gesticulan y, poco a poco, desarrollan la llamada sonrisa social, para atraer a los adultos. Según algunas teorías, estas son los recursos que la especie humana tiene para agradar, pedir ser cuidado y sobrevivir.
Para aumentar la comunicación con tu bebé, háblale despacio y con cariño a poca distancia. Cántale o cuéntale qué es lo que haréis a lo largo del día, cómo fue su nacimiento, cómo lo esperabais o, sencillamente, un cuento. También es muy importante que pongas nombre a sus emociones. Por ejemplo, si lo notas enfadado, es bueno que se lo digas y le expliques su causa.
El juego es una de las formas de comunicación más natural con los bebés. Cuando esté despierto, haz ruido con un sonajero para que distinga de dónde proviene el sonido. También, muéstrale objetos coloridos para que siga con la mirada.
Por último, no olvides el contacto físico. Acarícialo, bésalo, mímalo y tómalo en brazos. Cámbialo de posición de forma delicada. El afecto es una necesidad emocional, que repercute en la salud y el sano desarrollo psicológico del bebé.