Un motivo frecuente de alarma entre los padres y madres es la pérdida de peso y la poca o mucha talla del bebé. En primer lugar, debes tener en cuenta que después de nacer todos los bebés disminuyen su peso, aproximadamente entre el 5 y el 8 por ciento (entre 170 y 280 gramos). Esto se debe a que pierden el líquido y las grasas, que habían acumulado mientras estaban en el vientre materno como “reserva” hasta que pudieran alimentarse nuevamente. Estos fluidos no se recuperan de inmediato porque los bebés no necesitan tanto alimento en sus primeros días de vida. ¿Cuándo se debe consultar al pediatra? Si el bebé pierde más del 10 % desde el nacimiento hasta que realiza la primera revisión.
La talla de los bebés, como la de los niños y niñas, está sujeta a la carga genética de sus progenitores. Por lo tanto, los índices generales, aunque son indicativos, también son relativos; sólo el pediatra puede valorar el crecimiento del bebé a partir de varios factores.
Muchos padres y madres pesan al recién nacido con frecuencia, pero estos valores no suelen ser fiables. Los bebés cambian de peso a lo largo del día según si han hecho pis o alguna deposición y la ropa que tengan puesta. Generalmente, salvo alguna indicación médica contraria, basta con pesarlos una vez al mes en la consulta del especialista.
Establecer una rutina no implica que seas inflexible y, mucho menos, que no respetes sus momentos de descanso. Una buena idea es contarle lo que sucederá a lo largo del día, mientras lo vistes durante la mañana.