Una parte del colesterol que circula por la sangre proviene directamente de los alimentos que comemos, y otra parte es producida por el hígado al procesar los alimentos. Todo el colesterol pasa a la sangre, que lo hace circular por el organismo con la ayuda de unas partículas especiales llamadas lipoproteínas.
Las dos lipoproteínas más importantes son las LDL, o colesterol “malo", que son las que permiten que el colesterol se deposite en las paredes de los vasos sanguíneos; y las HDL, o colesterol “bueno", que recogen los excesos de colesterol de las arterias facilitando su eliminación.
El taponamiento de las arterias se produce progresivamente, y es bastante habitual que no aparezcan síntomas importantes hasta tanto la enfermedad pueda estar muy avanzada. Esto supone que debemos estar en una actitud atenta para detectar y tratar esta afección cuanto antes mejor.
La adopción de un estilo de vida saludable también es fundamental, lo que supone:
Dentro de las grasas "malas" se encuentran el colesterol (presente en las carnes rojas y los huevos de gallina), los ácidos grasos saturados (que se encuentran en la carne, la leche, el queso y la manteca) y los ácidos grasos trans (presentes en alimentos manufacturados con aceites vegetales hidrogenados, como la margarina, el pan de molde y las “galletitas”).
Entre las grasas "buenas" se encuentran los ácidos grasos insaturados, como los omega 3, 6 y 9, que están presentes en productos de origen marino y en algunas semillas vegetales (como las de oliva, soja y girasol, entre otras).