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Esos molestos enemigos llamados piojos
Cuando de enemigos se trata, los padres y las madres tienen unos bien identificados: los piojos. Es que apenas se pegan a las cabezas de los niños se convierten en una fuente insoportable de molestia e irritación. Aunque lo más grandes no están exentos de padecerlos, los más pequeños son sus víctimas predilectas.
Los piojos son unos insectos minúsculos que viven en el pelo de las personas. Para crecer y multiplicarse, se alimentan de la sangre que chupan al picar la cabeza. Esto es precisamente lo que los hace tan molestos: al moverse y picar en la cabeza, la persona afectada siente molestias y se rasca, lo que genera irritación e incluso puede producir heridas.
Aunque la cosa suele empezar por uno, lo cierto es que los piojos se multiplican muy rápidamente, esparciendo sus huevos (llamados liendres) por distintas zonas de la cabeza. Cuando es adulto, cada piojo hembra pone de 6 a 8 liendres al día, y pasados entre 8 y 10 días unos piojos pequeños salen de los huevos y comienzan a picar para alimentarse y crecer. Después de dos semanas, ese piojo ya se ha convertido en adulto y comienza a multiplicarse, y si no se le combate puede llegar a vivir hasta cuarenta días.
Además de ese poder de reproducción, los piojos son un riesgo cierto por su facilidad para "saltar" de una persona a otra. El contagio se produce fundamentalmente por contacto directo, cuando las cabezas se rozan o se tocan. Aunque con menos frecuencia, también pueden contagiarse por compartir el uso de peines, cintas, gorros u otros accesorios del pelo o de la cabeza.
Una vez descubiertos, es importante iniciar un tratamiento riguroso para eliminar a los piojos. Lo primero que hay que hacer es empapar el cabello con una loción contra piojos a base de piretrinas, y dejarla actuar entre 2 y 4 horas. Es importante no tapar la cabeza con una toalla ni nada que absorba el producto; tampoco secar el pelo con un secador porque eso anula los efectos de la loción. Pasadas esas horas en las que la loción hace su trabajo, el segundo paso es lavar el cabello con champú normal o contra piojos, y enjuagarlo con agua y vinagre (dos partes de agua y una de vinagre) para despegar las liendres. Por último, el tercer paso es quitar las liendres se presentan dos opciones: hacerlo con la mano, que es el método más eficaz, o peinando el pelo entre 5 y 10 minutos con una lendrera.
Para que el tratamiento sea exitoso, debe repetirse tres veces, una vez cada diez días. Al mismo tiempo, deben tomarse algunas medidas complementarias para asegurarse que no han quedado piojos "escondidos" en aquellos lugares u objetos que han estado en contacto con la cabeza afectada. Entre esas medidas se encuentran lavar con agua caliente la ropa, las toallas y la ropa de cama, así como sumergir durante 10 minutos los peines y adornos de pelo en loción contra piojos.
No existe todavía ninguna loción o champú que, como si fuera una vacuna, prevenga la aparición de los piojos; por ello, hay que evitar el uso de este tipo de lociones especiales en tanto no se hayan encontrado piojos, y sólo aplicarlas en caso de necesidad durante el tratamiento.
La higiene es el antídoto más efectivo
Existe un conjunto de medidas higiénicas que pueden ser muy útiles en la prevención. La primera de ellas es mantener la higiene personal, duchándose diariamente y lavándose la cabeza con jabón o champú normal al menos dos veces a la semana. También es importante mantener la higiene de peines y accesorios del cabello, cuidando su limpieza y evitando compartir su uso con otras personas. Como los niños tienen un riesgo mayor de contagio, se recomienda revisar sus cabezas una o dos veces por semana para comprobar que no existen piojos.
Aunque los adultos suelen pensar que lo más eficaz es la prevención grupal que se hace en aquellos lugares donde hay muchos niños juntos y, por ello, más posibilidades de contagiarse, como en las escuelas, lo cierto es que la mejor manera de defenderse de los piojos es con el control individual. Que la prevención empiece por casa.
Redacción: Hernán Díaz. Periodista Sanitario. Director de Comunicación de FUNDADEPS. Docente del Magíster en Comunicación Social y Salud (Universidad Complutense de Madrid).